miércoles, 11 de febrero de 2009

El amor y la güi

Seguimos con la saga. Esta vez le toca el turno a la Wii. Como con las otras, no es que vaya a comentar la consola por sí misma, sino su entorno. La Wii es esa consola que todo el mundo desea, a veces sin saber por qué, quizá porque la gente la desea, y la ves ahí, toda bonita, luciendo en la tienda, con el juego que dan los movimientos de los mandos; toda una nueva experiencia, vamos. Al menos, eso es lo que parece. Y nos lanzamos por ella, ¡y es realmente como uno imaginaba! Un placer jugar con ella, la nueva experiencia que prometía ser, te sientes la persona más entusiasmada del mundo… pero, al poco tiempo, eso se esfuma, vamos, a veces de un día para otro, porque descubres que te vendieron tan bien el producto que te creíste que era lo que buscabas. Pero bueno, no pasa nada, ¡que te quiten lo bailado! Es decir… lo jugado. Lo poco que la usaste fue divertido, después de todo. Y siempre podrás fardar de haber experimentado la nueva experiencia de juego (exagerando todo lo posible si es necesario), y todos tus amigos te envidiarán.

1 comentario:

Cabeza de Hierro dijo...

Lo entrañable que parecía la consolita...
Sin duda, lo explicado se gana el primer puesto en el ranking de situaciones amorosas indeseables. Pobres tíos de Nintendo, si supiesen que son el estandarte del despecho orgulloso xD